Más de medio millón de puestos de trabajo del sector de proveedores de automoción de la Unión Europea (UE), que da empleo a unas 600.000 personas, estaría en peligro ante el enfoque actual de la normativa de emisiones basado en exclusiva en los vehículos eléctricos, según un estudio de PwC Strategy, encargado por la Asociación Europea de Proveedores de Automoción (Clepa).
El informe, denominado ‘La Evaluación del Impacto de la Transición del Vehículo Eléctrico 2020-2040’, evalúa tres escenarios diferentes de transición hasta 2040, centrados en la producción de trenes motrices en la industria de proveedores de automóviles, identificando riesgos y oportunidades.
Los resultados del estudio demuestran que el 70% de esta pérdida de puestos de trabajo se producirá en tan solo un periodo de cinco años, entre 2030 y 2035, lo que supone una gran presión para las pymes y las regiones.
El texto apunta que, mientras que los fabricantes de automóviles tienen mayor capacidad para desinvertir o subcontratar actividades para compensar una pérdida de actividad, los proveedores reaccionan con menos agilidad, ya que están vinculados por contratos a largo plazo con los fabricantes de vehículos. Además, cientos de empresas especializadas y pymes tienen menos acceso al capital para invertir en la transformación de sus modelos de negocio.
Sin embargo, según los resultados del estudio, un escenario de tecnología mixta (eléctrica y de combustión) proporcionaría a Europa «una red de seguridad», compuesta por todas las soluciones tecnológicas que pueden desempeñar un papel en la reducción de las emisiones.
Al complementar la electrificación, un enfoque de tecnología mixta, que permita el uso de combustibles renovables sostenibles, podría ofrecer una reducción mínima del 50% de las emisiones de CO2 para 2030, al tiempo que se mantienen los puestos de trabajo, se crea valor añadido y se mantiene la competitividad de la UE en el mercado mundial.
El documento señala, a su vez, que la situación varía de un país a otro. Un enfoque único implicaría diferentes niveles de esfuerzo en función de las capacidades de cada Estado miembro.
En el estudio, los países de Europa Occidental parecen estar mejor situados para ser baluartes en la producción de trenes motrices para vehículos eléctricos, mientras que el empleo en los países de Europa central y oriental seguirá siendo muy dependiente del propulsor de combustión interna.
«Creo que no se presta suficiente atención a los retos asociados a esta transición. A menudo se hace hincapié en los aspectos positivos, que son muchos, pero eso no quita que esta transformación afecte a personas y empresas reales. Vemos que se hace hincapié en las preferencias tecnológicas, y nos preocupa que se reste importancia a la dimensión social y a los riesgos», explica la secretaria general de Clepa, Sigrid de Vries.
El pasado 11 de enero, en un debate organizado por Clepa, el Comisario Europeo de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit, planteó, en su discurso de apertura, la importancia de evaluar el impacto en el empleo de la transformación del sector.
«El sector de la automoción en general es un gran elemento cuando se trata del empleo total europeo. La transición ecológica solo tendrá éxito si la equidad, la solidaridad y las medidas sociales están en su centro. Debemos elaborar previsiones precisas sobre el impacto laboral, social y distributivo de esta transición verde».